Te Damos el 101 de la Volatilidad de las Inversiones

Cuando empiezas a invertir, nadie te prepara para esa mezcla rara entre emoción y susto que aparece cuando ves que tu inversión sube un día y baja al siguiente. Te dicen que “hay que pensar a largo plazo”, pero igual sientes el estómago apretado cuando el número cambia de color. Bienvenido al mundo de la volatilidad de las inversiones.
En este artículo te damos el 101 de este concepto que asusta a muchos, pero que en realidad puede ser un gran aliado si lo entiendes bien.
Te explicamos qué es, por qué no siempre es sinónimo de pérdida, y cómo aprender a convivir con ella sin que te saque del juego.
Esa sensación de “¡¿Qué pasó ahora?!”
Estás tranquilo, tomándote un café, entras a revisar cómo va esa inversión que hiciste hace unos meses… y zas: -7%. Así, sin anestesia.
Te late el ojo, se te aprieta un poco el estómago, y lo primero que piensas es: “¿Vendemos antes de que siga bajando?”
Tranquilo. Esa montaña rusa se llama volatilidad, y no eres el único que la está sintiendo. Es más: es parte del juego cuando decides poner tu plata a trabajar.
En esta guía te vamos a contar qué significa realmente la volatilidad de las inversiones, por qué no es lo mismo que perder dinero (aunque se sienta igual de feo), y cómo hacerle frente sin salir corriendo.
Porque si entiendes cómo funciona, te das cuenta de que no siempre es la villana de la historia. A veces, incluso, puede jugar a tu favor.
¿Qué es exactamente la volatilidad (y por qué no siempre es mala)?
La volatilidad es, en simple, cuánto sube y baja el valor de una inversión en un período de tiempo. Si tienes una acción que hoy vale $1.000, mañana $950 y pasado $1.050, eso es volatilidad. Se mueve. Cambia. A veces mucho, a veces poco.
Pero ojo: que algo sea volátil no significa que sea malo. Es simplemente una medida de variabilidad. Y esa variabilidad puede ser hacia abajo… pero también hacia arriba.
Acá es importante entender un concepto clave:
Volatilidad: qué tanto cambia el precio de un activo en el tiempo.
Riesgo: qué tan probable es que pierdas plata de forma permanente.
Son cosas distintas. Una acción puede tener muchas fluctuaciones en el corto plazo, pero si a largo plazo su tendencia es positiva, la historia es otra. A veces, lo que parece un susto, es solo parte del camino.
¿Por qué hay inversiones más volátiles que otras?
No todas las inversiones tienen el mismo “temperamento”. Algunas se mueven como si estuvieran en un thriller psicológico, y otras como si vieran una serie romántica en modo avión.
Por ejemplo:
Acciones en la bolsa: pueden tener variaciones fuertes día a día, dependiendo de lo que pase en el mundo. Una noticia económica, un cambio político, una fusión empresarial… todo puede alterar el precio de una acción.
Criptomonedas: si las acciones son una montaña rusa, esto es más bien un salto en bungee sin casco. Se mueven mucho, muy rápido, y muchas veces sin razón clara.
Depósitos a plazo o renta fija: bajísima volatilidad, pero también baja rentabilidad.
Propiedades: menos movimientos abruptos, aunque no están exentas de cambios. El valor de una propiedad puede subir o bajar con el tiempo, y el arriendo también puede variar.
En general, mientras mayor es el potencial de rentabilidad de una inversión, mayor suele ser su volatilidad.
Es decir, hay más “ruido” en el camino hacia un mejor resultado. Por eso, entender bien tu propio perfil de riesgo es fundamental: no todos toleran los sobresaltos igual.
¿Volatilidad = Malo? No siempre.
La idea de que la volatilidad es algo negativo está tan instalada como errada. Porque, aunque genera incertidumbre, también abre la puerta a oportunidades.
Piénsalo así: si nunca hubiera volatilidad, los precios nunca bajarían… y nadie podría comprar barato. En un mercado con cero variabilidad, no existirían rebajas ni ventanas de entrada atractivas. Todo estaría siempre “caro”.
Para los inversores con mirada de largo plazo, la volatilidad puede ser incluso una ventaja. Es el momento en que muchos se asustan y venden, y quienes están preparados compran.
Dicen que Warren Buffett lo resumió mejor que nadie: cuando ves que todos están comprando, toca ser prudente; y cuando el miedo llena el mercado, es donde suelen esconderse las oportunidades. Tal cual.
La clave está en no dejarte llevar por impulsos ni tomar decisiones con la guata. Las emociones son pésimas consejeras financieras.
¿Y qué hago si no me gustan los sustos?
Spoiler: está bien. No todos quieren adrenalina financiera. Si lo tuyo no es ver cómo tu portafolio sube y baja como ascensor sin freno, también hay caminos más tranquilos.
Algunas ideas para convivir con la volatilidad sin perder el sueño:
Diversifica: tener una cartera variada ayuda a que un mal mes en un activo no afecte todo tu patrimonio.
Invierte según tu perfil: si sabes que no te la puedes con grandes bajadas, no te metas a productos que se muevan como locos. Y no está mal. Cada persona tiene un perfil distinto.
Invierte con propósito: si tu objetivo es a 10 años, ¿qué importa lo que pase esta semana?
No mires todos los días: parece broma, pero es en serio. Mientras menos revisas, menos sufres las bajadas (y evitas ventas por pánico).
Una estrategia sólida no se construye evitando la volatilidad, sino manejándola con inteligencia. A veces, más que encontrar la inversión perfecta, se trata de encontrar la inversión que te deje dormir tranquilo.
El verdadero riesgo no es la volatilidad: es vender en el peor momento
Hay una idea que se repite entre quienes llevan más tiempo invirtiendo: “no perdí porque bajó, perdí porque vendí”. Y tiene mucho sentido.
La mayoría de las pérdidas reales ocurren cuando tomas decisiones apresuradas. Viste que bajó, te asustaste, y vendiste. Pero si hubieras aguantado, quizás el valor habría vuelto a subir semanas o meses después.
Si tienes claro tu horizonte, si sabes por qué invertiste, si elegiste tu activo con cabeza y no con FOMO, entonces no hay razón para salir corriendo.
Lo que duele no es la bajada. Lo que duele es tomar decisiones con miedo y vender justo antes de la recuperación.
¿Las inversiones inmobiliarias también tienen volatilidad?
Si lo tuyo es construir una cartera más tranquila, donde los sobresaltos sean menos protagonistas, el mercado inmobiliario puede ser una muy buena alternativa.
A diferencia de la bolsa o las acciones, donde el precio de un activo puede cambiar varias veces en un mismo día, en bienes raíces los movimientos suelen ser más lentos y predecibles.
Sí, los valores de las propiedades también pueden variar —por cambios en la oferta, la demanda o las tasas de interés—, pero lo hacen a un ritmo mucho más pausado.
Por eso, para quienes tienen un perfil más conservador, o simplemente buscan equilibrar su portafolio con activos menos expuestos a las fluctuaciones diarias del mercado, sumar inversiones inmobiliarias puede ser una jugada bastante inteligente.
En resumen: la volatilidad no es el enemigo, es parte del camino
La volatilidad de las inversiones no es algo que puedas evitar. Está ahí, es parte del juego y hay que aprender a convivir con ella. A veces va a asustarte, otras veces te va a abrir oportunidades, y muchas veces solo va a estar ahí, como ruido de fondo.
Pero si entiendes bien tu perfil, armas una buena estrategia, diversificas tu portafolio y no tomas decisiones emocionales, vas a ver que ese “ruido” se convierte en música de fondo.
Incluso puede ayudarte a conseguir mejores retornos si sabes cuándo moverte (y cuándo no).
Como inversionista, habrá subidas, bajadas, cansancio… y también momentos en que te sientas invencible.
La clave está en no bajarte antes de cruzar la meta.
¿Y si pudieras invertir en propiedades sin ser millonario ni pedir un crédito?
La inversión inmobiliaria siempre ha sido vista como un terreno exclusivo para quienes tienen grandes capitales o acceso a créditos hipotecarios. Pero hoy, gracias a plataformas como Fraccional, eso cambió.
Fraccional te permite invertir en propiedades desde tan solo $100.000 CLP, accediendo a una parte proporcional de los ingresos por arriendo y la plusvalía del inmueble. Todo esto sin tener que preocuparte por la administración, mantenciones o trámites legales.
¿Cómo funciona? Juntas tu inversión con la de otros inversionistas y, a través de una Sociedad por Acciones (SpA), se adquiere la propiedad. Tú te conviertes en accionista de esa SpA, lo que te da derecho a recibir tu parte de los ingresos y a participar en la valorización del activo.
Este modelo no solo democratiza el acceso al mercado inmobiliario, sino que también te permite diversificar tu portafolio, reduciendo riesgos y aumentando tus oportunidades de rentabilidad.
Si buscas una forma sencilla, accesible y respaldada legalmente para invertir en bienes raíces, Fraccional es una opción que vale la pena considerar.