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      Gastos Comunes: Cómo se Calculan

      Parece una simple cuota mensual, pero cuando llegan los cobros de gastos comunes, muchos se quedan con más dudas que certezas. ¿Por qué varía cada mes? ¿Cómo se calcula? ¿Por qué pagas más que tu vecino si el edificio es el mismo? Este artículo aterriza todo lo que necesitas saber para entender cómo funciona este pago y por qué es clave si estás pensando en invertir en propiedades, vivir en comunidad o simplemente no pagar de más.

      ¿Qué son realmente los gastos comunes?

      Aunque suena genérico, los gastos comunes son el corazón de la vida en comunidad. Es lo que mantiene andando el edificio o condominio: aseo de espacios compartidos, mantención del ascensor, conserjería, iluminación, jardinería, administración, seguros... todo eso lo pagan los copropietarios, cada uno con su parte proporcional.

      No es un cobro caprichoso, ni un invento de la administración. Es una necesidad real para que el edificio funcione como debe. Y si no se paga, se genera una deuda que afecta no solo al propietario, sino a toda la comunidad de residentes.

      Además, estos pagos no solo cubren el funcionamiento básico del edificio, sino que muchas veces determinan la calidad de vida de los residentes.

      Un edificio con áreas comunes limpias, seguridad operativa y buena administración es mucho más agradable para vivir... y también más atractivo para arrendar o vender.

      ¿Cómo se calculan los gastos comunes?

      Acá es donde la mayoría se confunde. La lógica es simple, pero los detalles pueden marear.

      En resumen, cada mes se suman todos los gastos reales del edificio y se prorratean entre los propietarios según el porcentaje que representa su unidad en la copropiedad.

      Ese porcentaje está en el reglamento del edificio y suele depender de los metros cuadrados, bodegas, estacionamientos y otras particularidades.

      Entonces, si el gasto total del mes fue de $5.000.000 y tu unidad representa el 2%, ese mes deberías pagar $100.000.

      Pero ojo, porque hay gastos fijos (como el sueldo del conserje) y otros variables (como el consumo de agua caliente en sistemas centrales), y eso puede hacer que el monto suba o baje cada mes.

      Este cálculo es parte del proceso que realiza mensualmente la administración, y aunque no siempre lo vemos en detalle, conviene entenderlo.

      ¿Por qué varían tanto de un mes a otro?

      La respuesta corta: porque los edificios no funcionan igual todos los meses. Puede haber reparaciones inesperadas, aumentos de tarifas eléctricas, mantenciones mayores o simplemente más consumo de agua caliente si el mes estuvo helado ❄️.

      Además, si algunos vecinos no pagan a tiempo, la comunidad tiene que cubrir igual los gastos, lo que a veces se traduce en “prorrateos extraordinarios” o en una “cuota de morosidad” temporal que sube el valor de los gastos comunes para todos. Así, terminas pagando por el ascensor... y por el vecino que no lo pagó.

      ¿Qué incluyen (y qué no) los gastos comunes?

      No todos los edificios incluyen lo mismo. Lo básico suele ser:

      • Sueldos del personal (conserjes, personal de aseo, etc.)

      • Luz y agua de espacios comunes

      • Mantención de ascensores y bombas de agua

      • Servicios de jardinería o seguridad

      • Administración y contabilidad

      • Seguro del edificio

      En algunos casos también se incluyen cosas como el gas central, la calefacción compartida, o hasta cable e internet comunitario (sí, todavía existen edificios con eso).

      Pero cuidado: las cuentas personales como agua fría, luz y gas de tu departamento, no van en los gastos comunes. A menos que tengas un medidor común o no tengas cómo medirlo, esos gastos llegan por separado.

      Este desglose también permite entender los distintos tipos de gastos comunes que existen en una comunidad organizada.

      ¿Quién los paga si el departamento está arrendado?

      Esta es una duda clásica. Y la respuesta es: depende del contrato de arriendo. Legalmente, los gastos comunes los debe pagar el propietario, pero en la práctica, muchas veces se acuerda que el arrendatario los cubra.

      Eso sí, hay que hacer una distinción: los gastos comunes ordinarios (los de todos los meses) los puede asumir el inquilino si está pactado en el contrato.

      Pero los gastos comunes extraordinarios (como el arreglo del techo o la modernización del ascensor), siempre corren por cuenta del dueño.

      Por eso es clave que, si vas a invertir para arrendar, incluyas los gastos comunes en tus cálculos.

      Porque incluso si el arrendatario los paga, tú sigues siendo el responsable ante la comunidad. Y si no se pagan, la deuda queda asociada al departamento, no a quien lo habita.

      ¿Qué pasa si no se pagan los gastos comunes?

      A corto plazo, probablemente no pase nada más que un par de recordatorios. Pero si el retraso se alarga, la comunidad puede aplicar intereses, multas y hasta acciones judiciales.

      Y como la deuda queda ligada a la propiedad, podría impedirte venderla o arrendarla más adelante.

      Además, cuando muchos dejan de pagar, el edificio entra en un círculo complicado: no hay fondos para mantenimiento, los servicios se deterioran, baja el valor de la propiedad y se vuelve menos atractiva para arrendar o vivir. En resumen: todos pierden.

      ¿Cómo impactan en tu inversión inmobiliaria?

      Los gastos comunes pueden parecer un detalle, pero en el flujo de caja de una propiedad, son tan importantes como el dividendo o el arriendo.

      Si son muy altos, pueden comerse parte importante del ingreso mensual. Si son bajos pero el edificio está mal mantenido, tu propiedad pierde valor.

      Por eso, si estás pensando en comprar para invertir, revisa siempre los gastos comunes promedio del edificio, y compáralos con otros similares.

      Un buen edificio no es el que cobra menos, sino el que cobra lo justo y mantiene todo funcionando como reloj.

      Y si estás analizando varias opciones de compra, vale la pena mirar también el fondo de reserva de la comunidad, las morosidades acumuladas y si hay proyectos de gasto extraordinario a la vista. Todo eso influye en la salud financiera del edificio… y en la tuya.

      ¿Y cómo saber si los gastos comunes están bien administrados?

      Buena pregunta. Algunas señales de que todo va en orden:

      • Hay transparencia en los cobros y se entrega un detalle mensual claro

      • El edificio se ve limpio, seguro y mantenido

      • No hay morosidades excesivas ni conflictos visibles

      • Se hacen asambleas periódicas y los propietarios participan

      • Existen canales de comunicación activos con la administración

      Si todo eso se cumple, probablemente los gastos comunes están bien gestionados y vale la pena quedarse. Si no, puede ser un aviso para mirar con más lupa tu inversión.

      Un dato final si estás evaluando una propiedad

      Cuando analizas una inversión inmobiliaria, es fácil enfocarse solo en el arriendo potencial o en el dividendo. Pero los gastos comunes también juegan un rol clave: afectan tu rentabilidad, tu liquidez y hasta la experiencia del arrendatario.

      Y lo cierto es que entender bien estos números es tan importante como poder pagarlos.

      Porque invertir sin saber lo que implica mantener una propiedad puede llevarte a decisiones apresuradas, o peor, a asumir costos inesperados que afectan tu bolsillo y tu tranquilidad.

      En Fraccional, creemos que una buena inversión es aquella que puedes pagar y también entender.

      Por eso diseñamos un modelo donde puedes invertir desde montos accesibles, sin créditos ni cachos, y con la claridad que necesitas para tomar decisiones con confianza.

      Nosotros nos encargamos de los trámites y de toda la administración de la propiedad. Tú simplemente ves cómo tu inversión crece, sin complicarte con la gestión del día a día.

      Porque al final, invertir en propiedades no tiene por qué ser un salto al vacío. Con la información correcta y el acompañamiento adecuado, puede ser una de las decisiones más inteligentes que tomes.